El salvador, Guantánamo.–«Aquí el diablo se desgañita y nadie lo oye», pensó Amado Leyva cuando se vio por primera vez en la loma de Los Torteros, en medio de un cafetal que aparentaba la edad de Matusalén. Pero, como este guajiro no teme a los desafíos, «acepté la finca en calidad de usufructo».
«Cerqué el terreno; limpié, organicé y empecé a renovar. Primero laboré en tres hectáreas, luego en otras cinco. Las primeras entraron en producción y su rendimiento en la cosecha reciente triplica el de la anterior; pienso sembrar más, con tecnología de injerto».
La de los cafetales de Amado Leyva es la misma historia de las últimas seis décadas de ese cultivo en las montañas cubanas, sobre todo las orientales, que aportan el 90 % del café cosechado en nuestro país.
Según Miguel Ángel Arregui Martínez, presidente del Grupo Agroforestal de Montaña del Ministerio de la Agricultura (Minag), en los años 60 del siglo anterior, el país llegó a producir 60 000 toneladas (t) del demandado cerezo.
Poco a poco esa producción descendió hasta tocar fondo en 2012, cuando no pudo rebasar las 5 000 toneladas. Arregui le achaca el declive a la escasez de fuerza laboral, derivada del éxodo desde la montaña hacia el llano, así como a las adversidades del clima, entre otros factores.
A partir de 2015, cuando el Estado empezó a estimular con mejores pagos la producción y exportación,
comenzó a crecer la superficie cafetalera cubana y, a la par, los cafetales sellados y renovados.
La estrategia en marcha para recuperar el cultivo también contempla el empleo de variedades que combinan calidad, productividad, adaptabilidad a los cambios del clima y el medioambiente, y alta resistencia a plagas y enfermedades.
Pese a los daños que le ocasionó el huracán Matthew a finales de 2016,
Guantánamo, segunda provincia mayor productora de café en el país, muestra signos de recuperación, dice Armando Fong Berguerích, especialista de la Delegación Provincial de la Agricultura, quien refiere que el rendimiento y los volúmenes de café logrados en la cosecha pasada, duplican los resultados de siete años atrás.
En la campaña cafetalera 2019-2020, terminada en febrero-marzo, los rendimientos agrícolas del aromático grano en el territorio fueron superiores a 0,22 toneladas por hectáreas, lo que permitió un crecimiento en la exportación de ese producto que sobrepasó las 700 toneladas. La estrategia en marcha prevé para 2030 alcanzar al menos el doble de los rendimientos actuales, según expertos guantanameros.
«La premisa hasta 2030 es crecer en rendimientos, no en áreas. Para ello disponemos de viveros tecnificados en los que se logran posturas de alta calidad; también se realiza el injerto de café arábico (exquisito por su aroma y demás tributos) sobre patrones de robusta (más resistente a plagas y enfermedades y a los embates del clima); el resultado es fantástico. También aprovechamos los abonos orgánicos, que le agregan valor al producto».
¿Quiere decir que Guantánamo aportará más café? –le pregunto. Dalo por seguro –responde.
Falta que hace. Ojalá que «llueva» café en el Guaso.



















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Oscar Ramos Isla dijo:
1
18 de agosto de 2020
07:44:45
Eleonora dijo:
2
18 de agosto de 2020
12:29:06
MARIA Respondió:
20 de agosto de 2020
13:32:47
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